¿Cómo influyen tus expectativas en tus hijos?
Para responder a esto explicaré
primero el efecto Pigmalión que es parte de la mitología griega, hace referencia
al enamoramiento de un rey por una estatua que consideraba la perfección femenina,
fue tanta su creencia de que era ideal para él que pidió a Venus que le diera
vida. Con
Diversos estudios
han mostrado, posteriormente, que de acuerdo con la imagen mental que nos
hacemos de las personas, las tratamos de un modo en que terminamos influyendo
en el modo en que esa persona se siente, actúa o se percibe a sí misma y en el
rendimiento que llega a tener o ano tener.
Este Efecto Pigmalión
puede darse en cualquier relación. Las expectativas que los padres tienen de sus
hijos, influyen también en la forma de actuar de los niños y adolescentes,
incluso de los adultos.
Es importante
aclarar que no se trata de aquello que se dice conscientemente “deseo lo mejor
para ellos, que sean felices y plenos”, se trata más bien de aquello de lo que
nosotros mismos no estamos claros, pero que se filtra en el modo en que los
tratamos y lo que les permitimos o no resolver y enfrentar en la vida. A
veces decimos que queremos que sean plenos, pero no dejamos que resuelvan sus
propias batallas, de modo que más bien los tratamos como si no fueran capaces y
eso hace que no sean capaces.
Otro ejemplo es
cuando el pequeño dice alguna “mala palabra” y todos nos reímos, o bien cuando
decimos “mi hijo tiene mucha tarea, por eso no le pongo actividades del hogar”
y por el otro lado sufrimos porque el pequeño no es autosuficiente…
La forma en
que los tratamos, los roles que les ponemos, las intenciones y capacidades que
creemos que tienen, terminan dándole la forma a nuestro hijo. Lo moldean, les
damos un libreto para actuar en la “obra familiar”, y lo peor es que no nos
damos cuenta, los colocamos en un papel de víctima, de fuerte, de alegre, de
mal deportista, de mal carácter, perfeccionista, etc… Pasa incluso sol por
cuestión de género o edad, por ser mujer se le defiende o se le pone a hacer
ciertas actividades y viceversa o bien por ser el mayor o el menor de los hijos.
Pasa también a
la inversa, algunas veces la visión y creencias de nuestros hijos, las
expectativas, los impulsas a ir más allá de sus límites y a crecer a pesar de
las circunstancias. Recordemos: EL
MODO EN QUE PERCIBIMOS A NUESTROS NIÑOS LES ENSEÑA LO QUE SON CAPACES DE HACER.
Lo mejor que
podemos hacer, es dar espacio a que sean ELLOS quienes te muestren lo que son
capaces de hacer. Tu labor es poner los límites y consecuencias, asesorar y
facilitar los medios para que ellos mismos descubran sus habilidades y
destrezas. No des por hecho que es de un modo o de otro, recuerda que a veces los
pequeños pasan por etapas, no porque haya llorado en una etapa será “chilletas”,
“débil”, “intolerante”, ni porque le haya gustado el deporte en una etapa será
deportista.
Si
hay algo en la conducta de tus hij@s que te llame la atención, recuerda que la
mayoría de sus formas y acciones, tienen que ver con lo que nosotros vemos,
pensamos, sentimos de ellos.
Por último, quiero usar estás palabras del evangelio
“a quien mucho se da, mucho se requiere” San Lucas 12, 39-48, como un
recordatorio de que se nos dio mucho, ni más ni menos que la vida de nuestros
pequeños, una libreta casi en blanco para que escriba su propia historia, y se
nos va a pedir mucho: ser sus padres, ampliar nuestra mente, crecer con ellos y
por el bien de ellos; ayudarlos a llenar sus páginas de vida y debemos de ser
muy cuidadosos de no llenarlos de nuestros asuntos sin resolver, de nuestro
pasado y de nuestras frustraciones y anhelos. Y además, nuestras expectativas
deben de ir acompañadas de acciones coherentes, si quiero que sea autónomo,
no puedo resolverle sus dificultades. Recordemos que en una época como esta no
podemos simplemente quedarnos con que nuestr@ hij@ se porta mal, es rebelde, es
lento, etc, sino preguntarnos qué nos falta ver, qué parte de nosotros y
nuestro ritmo de vida, de nuestras expectativas, se está reflejando en su
conducta o actitud.
Mtra. Susana Ordúñez
Departamento de Psicología
Colegio Guadalupe de Tulpetlac
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