¿Eres un padre o madre helicóptero?
¿QUIÉNES SON LOS “PADRES HELICÓPTERO”?
Los padres helicóptero son
aquellos que se preocupan excesivamente por sus hijos, hasta el punto que su relación
llega a ser tóxica. Este nuevo modelo de crianza implica que los progenitores sumen
un rol hiperprotector, quieren resolver todos los problemas por sus hijos, y
desean tomar todas las decisiones, incluso las más intrascendentes. En
práctica, es como si estos padres siempre estuvieran sobrevolando a sus hijos,
listos para emprender una operación de rescate cuando noten el mínimo signo de
“peligro”. Obviamente, esta relación padre-hijo sobrepasa los límites de lo que
se considera psicológicamente saludable. De hecho, estos padres no conocen
límites, ni de edad ni de estatus social: pueden llegar a recriminar a los
profesores por las malas notas de sus hijos, aunque estos ya estén en la
universidad, o incluso pueden acompañarles a la entrevista de trabajo y se
enfadan si el entrevistador no les permite entrar durante la prueba.
Su objetivo en la vida es lograr
que su hijo sea brillante y que logre todo lo que desea, pero sin que tenga que
esforzarse. ¡Eso ya lo hacen ellos! Estos padres organizan la agenda de sus
hijos, se encargan de eliminar cualquier problema de su camino y siempre están
pendientes de sus resultados.
ALGUNOS DE LOS DETALLES QUE
DEVELAN A UN PADRE HELICÓPTERO SON:
Hablan siempre en plural,
diciendo cosas como “¡cuántos deberes nos han puesto hoy! “, Aunque en realidad
los deberes son para el niño. No se dan cuenta de que de esta manera absorben
la identidad del niño o joven.
Hiperestimulan a sus hijos,
llenándoles la agenda de actividades extraescolares, con el objetivo de que
estén “bien preparados para la vida”. Sin embargo, no se percatan de que así solo
logran robarle su infancia.
Encierran a sus hijos bajo una
campana de cristal, de forma que se convierten en su voz, impidiéndoles que
resuelvan sus problemas con los demás. De esta manera, los hijos jamás llegan a
desarrollar las habilidades de resolución de conflictos que necesitan para
mantener buenas relaciones interpersonales.
Brindan una gratificación
instantánea, complacen en todo a sus hijos, aunque tengan que hacer enormes
sacrificios. Están siempre disponibles para entretener a sus hijos, de manera
que estos terminan creyendo que son el centro del universo.
CONSECUENCIAS: PADRES EXTENUADOS,
HIJOS INCOMPETENTES
Para los padres, ese deseo de ser
perfectos en todo momento y tener que lidiar con los problemas de sus hijos,
puede llegar a ser extremadamente agotador. De hecho, un estudio realizado por investigadores
de la Universidad de Washington develó que las madres que asumían un estilo de
crianza hiperprotector estaban más expuestas a la depresión y el estrés, lo cual
se debe a que cargan sobre sus hombros un peso demasiado grande.
Por otra parte, esa tendencia a
la hiperpaternidad solo consigue que los hijos sean inseguros, miedosos,
incapaces de tolerar la frustración, de tomar decisiones por sí solos y de
asumir responsabilidades. De hecho, el principal problema es que como estos
hijos sobreprotegidos
LOS “PADRES HELICÓPTERO” nunca
han tenido que poner a prueba sus capacidades, no han desarrollado la confianza
necesaria en sí mismos.
Un caso extremo, contado por la
escritora Eva Millet en su libro sobre la hiperpaternidad, narra la historia de
una estudiante universitaria que se quedó encerrada en el ascensor de un centro
educativo en Barcelona y, en vez apretar el botón de alarma, llamó a su madre a
Estados Unidos, la cual le avisó a la sede central en Chicago, los cuales a su
vez dieron parte a la sede en Barcelona para que fueran a rescatar a la chica.
Simplemente no era capaz de resolver el problema por sí sola, y probablemente
ni se le ocurrió. ¿Para qué? Si siempre ha tenido a una madre que los resuelve
por ella.
¿POR QUÉ SE DESARROLLA ESTE TIPO
DE HIPERPATERNIDAD?
Percibir al hijo como una
posesión valiosa. El hecho de que las parejas tengan hijos a edades cada vez
más tardías, hace que esos niños sean considerados como una posesión muy
valiosa que hay que cuidar a todo precio. Así, los niños terminan siendo
colocados en un altar, metafóricamente hablando.
Presión social por el cuidado
de los niños. Frente a “padres emocionalmente distantes” que compensaban la falta
de atención con regalos, ahora hemos caído en el extremo opuesto: padres
excesivamente presentes que se desviven por sus hijos.
Incertidumbre generada por la
crisis económica. La crisis económica ha generado una gran preocupación por el
futuro, lo cual ha disparado el miedo de los padres a que sus hijos se
equivoquen y que no sean capaces de lograr por sí solos todo lo que la sociedad
les demanda. Por eso, intentan acompañarles durante el mayor tiempo posible en
el proceso de maduración.
Aumento de la competencia
social. En los últimos años la sociedad exige cada vez más a las personas que
se insertan en el mercado laboral: más conocimientos, más habilidades, mejores
resultados… El temor de los padres a que sus hijos fracasen y no puedan cumplir
con esas exigencias les hace querer llevar su mochila y asumir sus problemas. .
LA SOLUCIÓN: EDUCAR CON MUCHO
AMOR Y UNA BUENA DOSIS DE SENTIDO COMÚN
En cada etapa del desarrollo, las
personas deben luchar sus propias batallas. Los padres no pueden proteger a sus
hijos por siempre ya que, tarde o temprano, estos tendrán que enfrentarse a sus
propios miedos y cometer sus propios errores.
La tarea de los padres es guiar a
los hijos y ayudarles a lidiar con los problemas, no solucionarlos en su lugar.
Si asumimos todo el peso sobre nuestros hombros no estaremos criando a personas
preparadas para la vida sino a verdaderos discapacitados emocionales. Hay veces
en las que simplemente debemos cortar la rama y dejar que los hijos vuelen con
sus propias alas.
Si sospechas que tú también eres
uno de esos padres helicóptero o estás a punto de convertirte en uno de ellos,
pon en práctica estos tres consejos:
Sé como un submarino, no asumas
el rol del helicóptero. En vez de sobrevolar la cabeza de tus hijos y estar
siempre presente, es más conveniente que te conviertas en un submarino; es
decir, que te mantengas fuera de su radar pero siempre atento por si realmente
necesita tu ayuda.
Practica la sana desatención. De
vez en cuando, no pasa nada porque no puedas prestarle la atención que
quisieras a tus hijos. No caigas en el error de sobrecargar su agenda de actividades,
déjales tiempo libre para que ellos mismos aprendan a gestionar las horas
muertas.
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