No eduques a tus hijos para que te obedezcan, edúcalos para tomar buenas decisiones
Al ser padres y madres, la principal responsabilidad es ver por el bienestar de los hijos. Cuidar su desarrollo emocional y físico, así como educarles, son los retos y oportunidades a los que los padres se enfrentarán día con día. Durante los primeros años de vida de los niños, serán los padres a quienes acudan para pedir ayuda u orientación y serán sus guías.
A medida que
vayan creciendo los padres irán sentando las bases para el futuro de sus
pequeños, por ello se debe pensar en prepararlos para el mundo real y las
situaciones que se puedan presentar en su vida, educarles no para que nos
obedezcan, sino para que sean capaces de tomar ellos mismos buenas decisiones.
Educar a los
pequeños para que sean capaces de tomar decisiones, los convertirá en adultos
autónomos y competentes. Comenzar a tomar decisiones, es algo que les ayuda a
comenzar a madurar y a mostrarles que son capaces de elegir entre una cosa u
otra, y que el hacerlo tendrá un impacto -grande o pequeño- en su futuro.
Como adultos,
todos los días tomamos decisiones, algunas tan sencillas como elegir qué comer
o qué vestir, y algunas más complejas, como el aceptar o no una propuesta
laboral. Con esto, quiero decir que las decisiones están en nuestra vida diario
y es algo que hacemos constantemente, por lo tanto, es importante que nuestros
hijos comiencen a hacerlo también.
Cómo podemos educarlos
para tomar buenas decisiones
Ahora, para que
nuestros hijos tomen buenas decisiones, es esencial educarles en valores. El
conocer acerca de la responsabilidad, la generosidad, la amabilidad o la
honestidad son algunos de los valores clave para que poco a poco sean capaces
de aprender a tomar las decisiones correctas.
Una forma
sencilla de comenzar a enseñarle a tomar decisiones a los niños, es haciéndoles
preguntas sencillas o poniendo ejemplos de lo que pasaría si eligen una cosa u
otra. Cuando les enseñamos por ejemplo, que sus actos tienen consecuencias,
ellos comprenderán que deben pensar con detenimiento lo que hagan antes de
actuar.
Una parte
sumamente importante de este proceso, es comenzar a darles la oportunidad de
decidir. Al principio puede costarnos trabajo, pues nosotros ya sabemos cómo
actuar y qué es lo que sucederá si elegimos esto o aquello, pero debemos
permitir que ellos también elijan. De esta manera, les mostraremos que su voz y
opinión son importantes para nosotros.
Pero además de
que comiencen a expresar sus opiniones o preferencias, el darles oportunidad de
decidir, les permitirá equivocarse y así ir aprendiendo de sus errores.
Nosotros podemos poner el ejemplo de esto también, ya que si tomamos una
decisión que al final no resulta ser la mejor, podemos explicarles lo que
sucedió y la alternativa que hubiera sido ideal. O bien, hacerlos parte de
nuestro momento de decisión y explicarles por qué elegimos una cosa y no otra.
Lo más importante:
enseñarles a pensar, no pensar por ellos
La parte más
importante de permitirles tomar decisiones es el enseñarles a pensar por ellos
mismos y no a que simplemente obedezcan porque mamá o papá piensan que algo es
lo mejor. Si nosotros tomamos todas las decisiones por ellos, llegado el
momento de que les toque a ellos hacerlo, probablemente no sabrán qué hacer o
cómo actuar.
Recordemos
trabajar en su autoestima, para que nuestros hijos sean seguros de sí mismos y
que sepan que tiene la capacidad de elegir. Poco a poco y haciéndolos
partícipes también de momentos en lo que se tomen decisiones dentro de la
familia, aprenderán las bases para en el futuro, ser adultos capaces de tomar
buenas decisiones.
Las
consecuencias de no ofrecer a nuestros hijos la posibilidad de tomar las
decisiones que corresponden según su edad:
1-Dificultad
para tomar decisiones por uno mismo, que se mantendrán cuando el niño sea un
adulto y tenga que realizar elecciones importantes para sí mismo.
2- Sentimientos
de inseguridad. No confiar en el propio criterio.
3- Dependencia
excesiva del adulto a la hora de decidir. El niño que no tiene entrenada la
capacidad de elección carece de determinación e iniciativa propia.
4- Tendencia a
la inhibición o a doblegarse ante los deseos o intenciones de otras personas,
por lo que será excesivamente complaciente.
5-El niño se
puede sentir anulado y pensar que lo que siente, quiere o desea no es válido y
nunca se tiene en cuenta.
6-Dificultad
para oponerse ante los deseos de otras personas, lo que implica el riesgo,
sobre todo en la adolescencia, de no saber negarse a presiones sociales, como
en el caso del consumo de alcohol o drogas.
7-Disminución
de la autoestima y de los sentimientos de valía personal.
8-Desarrollo de
sentimientos de enfado y resentimiento hacia las personas que tratan de imponer
un criterio diferente del suyo.
Tomar
decisiones es un hábito que se aprende a base de hacerlo. Los niños necesitan
su proceso de entrenamiento y aprendizaje al respecto, pero ¿cómo podemos
ayudarles para que los consigan desde casa?:
-Ser un ejemplo
de respeto de la libertad del criterio de otras personas, independientemente de
su edad, aunque la opinión de los progenitores no coincida con la del niño.
-Enseñar los
pros y contras de cada opción a elegir y dejar que sea el niño quien decida.
-Enseñar a
valorar y sopesar antes de tomar una decisión, así como a asumir las
consecuencias de los errores, de los que también se aprende.
-Equivocarse es
normal, así que conviene evitar juzgar la elección del niño y ayudarle a asumir
la frustración que conlleva.
-En el proceso
de aprendizaje de la toma de decisiones, la ansiedad puede bloquear al niño y
convertir la elección en un problema que genera sentimientos de angustia. Por
ello, conviene enseñar al niño que tiene la libertad de compartir esas
emociones, sin que ello implique delegar la responsabilidad de la elección en
otra persona.
-Educar a los
hijos en libertad para que elijan, se equivoquen, sean consecuentes con sus
actos y experimenten emociones que, aunque sean dolorosas, forman parte del
proceso de aprendizaje en la toma de decisiones, que convertirán al niño en una
persona independiente y feliz.
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