¿Es bueno discutir delante de los hijos?
¿Es bueno discutir delante de los hijos?
A
priori, el sentido común nos dice que sería mejor evitar las discusiones (que
no peleas) delante de los hijos. Sin embargo, hay quienes defienden la idea de
que puede ser positivo en determinadas ocasiones. Todo depende del cuántas
veces se hace y sobre todo, de cómo se hace, lenguaje utilizado, intensidad,
gestualidad… Los principales argumentos que respaldan esta idea son que el niño
puede aprender a resolver conflictos personales viendo cómo sus padres lo
hacen.
¿cómo
afecta a los niños que sus padres discutan delante de ellos?
Si
estas discusiones se manejan de una manera adecuada puede ser una gran
oportunidad para que los hijos adquieran habilidades de cara a que cuando ellos
tengan que enfrentarse a esas mismas situaciones, y así puedan resolverlas de
manera efectiva, teniendo control sobre sus emociones.
Si
estas discusiones se realizan desde el respeto, no alzando la voz, sin utilizar
insultos, ni chantajes emocionales, los hijos podrán desarrollar destrezas para
manejar estas situaciones de conflicto con otros niños y posteriormente en su
edad adulta.
En
cambio, si estas discusiones son expresadas desde la agresión, los niños van a
imitar estos comportamientos de los padres, repitiendo estas mismas conductas a
lo largo de su vida.
Los
padres son las figuras de apego del niño y si observan que las discusiones son
desde la agresividad, desde la falta de respeto, y continuadas en el tiempo,
estos niños podrán desarrollar problemas como baja autoestima, dificultades en
sus relaciones sociales y personales, inseguridades, miedos, falta de control
en sus emociones y ansiedad. Todo esto junto podría llegar a convertir a los
niños en agresores o producirles fracaso escolar.
En
general, ¿qué mensaje le llega al niño cuando presencia una discusión o
discusiones reiteradas entre sus padres?
Cuando
estas se cronifican y lo único que observan sus hijos es que sus padres se
relacionan o se comunican por medio de la agresión, es muy probable que esto
desemboque en diferentes comportamientos. Estos comportamientos tienen
diferencias respecto a la edad, aunque independiente del periodo en que tengan
repercutirán en la edad adulta.
Los
niños intentaran huir de estas situaciones que están viviendo, se aislaran,
dejaran de comunicarse, de expresar sus emociones, tendrán miedo, aislamiento
social, baja autoestima. Si estas discusiones llegaran a ser cada vez más
frecuentes y más fuertes, si observaran maltrato psicológico o físico, pueden
llegar a autolesionarse o tener ideas de suicidio, y en algunos casos llegar a
materializarse.
¿Puede
ser positivo que los pequeños presencien estas discusiones? ¿En qué ocasiones?
Es
positivo que los niños presencien discusiones siempre que estas se gestionen de
manera adecuada, desde el respeto y no desde la agresión. Los niños si observan
estos comportamientos en sus padres, aprenderán que es normal que se tengan
diferentes opiniones y que estas generen malestar emocional, lo importante es
que ellos vean que se puede discutir desde el autocontrol y el respeto.
Estas
diferencias deberían tratarse con una comunicación asertiva, sin emplear nunca
agresiones verbales ni tener enfados desmesurados que no se correspondan a la
situación tratada, y por supuesto sin emplear el chantaje emocional y muchos
menos utilizar a los hijos como arma arrojadiza.
¿Qué
lecciones podría aprender un niño presenciando una discusión entre sus padres?
Que
las diferentes opiniones existen, que las discusiones también, al igual que el
dolor o el enfado que estas ocasionan, pero que estas pueden resolverse desde
el respeto y el cariño que se tienen los padres, hablándolo, manifestando su
dolor y pidiendo perdón si lo han ocasionado.
Esto
conseguiría que el menor pueda desarrollar todas estas habilidades para
ponerlas en práctica en las ocasiones de conflicto que le surjan,
gestionándolas de manera adecuada, no haciendo daño a la otra persona sino
manifestando sus opiniones de manera asertiva. Es decir teniendo un control
sobre sus emociones y comportamientos.
¿Qué
elementos deberían aparecer en la discusión para que esta sea positiva para la
educación del niño?
Si
discuten por una situación concreta, hablar sobre ella, no mezclar aspectos del
pasado, es decir no ir a situaciones que ya se solucionaron.
No
utilizar frases como “Siempre eres igual”, “nunca vas a cambiar”, “ te da igual
que yo sufra”, “nunca debí casarme contigo”
Pedir
perdón de manera clara delante de los niños si se han confundido o han cometido
un error.
Plantear
la discusión desde un punto de vista constructivo, llegar a acuerdos para que
estas no se vuelvan a generar malestar, hablar de la situación concreta.
Después
de una discusión mostrar alguna señal de cariño o afecto.
Respetarse,
nunca insultarse.
No
involucrar nunca a los niños en la discusión, ni utilizarlos para hacer daño al
otro, por ejemplo diciendo cosas como “como te van a querer los niños si me
tratas así…” o “el niño no piensa como tú”.
Mantener
el silencio lo justo, si nuestra emoción es muy intensa es bueno callarse o
quizás alejarse del foco de la tensión, se puede ir uno a duchar, etc…, pero
estos silencios no son positivos si dura mucho tiempo.
Hablar
con los hijos si la discusión ha sido demasiado fuerte, para que estos nunca
puedan pensar que son culpables de la misma, o tengan miedo a una posible
separación si esta no va a producirse.
El
modo en que puede afectar a un niño, ¿depende de la edad del niño? ¿Cree que
los bebés se dan cuenta de que sus padres discuten?
Cuando
más pequeño sea el niño más problemas a nivel psicológico pueden causar estas
discusiones, pero también la pre-adolescencia y la adolescencia tienen sus
riesgos. En estas etapas ver a sus padres discutir constantemente puede generar
agresión y rechazo hacia ellos.
El
niño pequeño puede manifestar regresiones en cuanto a su desarrollo evolutivo,
puede volver a hacerse pipi, tener miedo para dormir sólo, mal humor, sensación
de culpabilidad, o miedo al abandono.
Hay
estudios que indican que los bebés se dan cuenta de las discusiones de sus
padres y que estas generan una huella en su desarrollo madurativo, causando
problemas en el manejo y reconocimiento de las emociones.
Cuanto
más continuas sean estas discusiones más huellas van a generar y más
comportamientos poco adaptativos podrán generar. Si estos desde pequeños ven
que sus padres están continuamente discutiendo también pueden llegar a no creer
en las relaciones de pareja y tener dificultad para formalizar una.
El
inicio de una discusión no se puede prever. Una vez iniciada, si hay un niño
delante, ¿cómo debería tener lugar? ¿Cuál es el mejor tipo de lenguaje, gestos,
o actitudes?
El
inicio de una discusión no puede controlarse, y estas son inevitables. Si estas
se producen con un niño delante, tendríamos que trabajar en los siguientes
aspectos.
Intentar
ser asertivo, mostrar el dolor de una manera positiva, explicar que “me he sentido
dolido o dolida por esto que ha ocurrido”.
Intentar
ser empático y ponernos en el lugar del otro, para llegar a intentar comprender
el motivo de su enfado, y si no fuera así intentar hablar sobre los motivos del
mismo.
Controlar
los gestos del comportamiento no verbal, muecas, movimientos exagerados de los
brazos, manos.
Nunca
utilizar a los niños para hacer daño a la pareja.
No
dar gritos, ni portazos, ni insultos.
Pedir
disculpas a lo hijos, si nuestro comportamiento no ha sido el más apropiado, y
también a nuestra pareja.
¿Sería
bueno tener una conversación después con el niño para explicar lo ocurrido?
¿Cómo debería ser esa conversación?
Es
muy positivo hablar con los hijos y explicarles el motivo de la discusión,
explicar que se pueden tener diferentes opiniones e ideas, e incluso
situaciones que pueden causar que la otra persona pueda sentirse dañada. De
esta manera ellos pueden percibir que estas discrepancias son naturales y que
pueden solucionarse de una manera adecuada y equilibrada.
También
es muy positivo hablar con los hijos y preguntarles lo que han podido sentir en
ese momento, minimizando sus miedos si se han producido. También, si se han
sentido culpables de la discusión, explicarles que ellos no son el motivo de la
disputa; o si tienen miedo a ser abandonados o de que los padres se separen,
hacerles comprender la situación tal y como es.
Si la discusión no se ha producido de la mejor manera, lo más adecuado es pedir disculpas tanto a los hijos
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