Padres que sin querer, dañan a sus hijos.
Ser padre y madre no sólo significa engendrar un hijo, sino que también implica enseñarle estrategias y herramientas claves para enfrentar el mundo, para lograr lo que se propone, para solventar conflictos, para relacionarse, etc. Por este motivo, teóricamente la familia es la responsable de entregar amor, valores, educación y conocimientos básicos para la vida.
Sin embargo, con los años, la relación paterno-filial se torna difícil
e incluso conflictiva. Tradicionalmente se ha puesto la “lupa” en la actitud
del hijo infante o adolescente para explicar las relaciones negativas y la
complicada convivencia entre padres e hijos. Actualmente hay numerosos estudios
que evalúan qué papel tienen los padres en este conflicto, y se ha valorado
cómo la actitud de algunos padres es también perniciosa, no sólo para la
relación entre ellos, sino también para la autoestima y la salud mental de sus
hijos en la edad adulta. Concretamente, dichos estudios identifican una actitud
paternal poco saludable en la que abundan las críticas destructivas,
descalificaciones, la manipulación, la victimización, las excesivas exigencias,
e incluso la competencia con sus propios hijos. Todos estos comportamientos de
los padres hacia los hijos entrañan un abuso emocional en el que sólo son
tenidas en cuenta las necesidades de los progenitores, y nunca las de los
hijos.
Existen diferentes perfiles de padres tóxicos (emocionalmente dañan a sus hijos
) que aparecen repetidamente:
Padres autoritarios y descalificadores que actúan desde el “yo exijo”,
creando así hijos sumisos y excesivamente complacientes. Como adultos, serán
hombres y mujeres que tenderán a la complacencia con las figuras de autoridad,
obviando incluso sus propias necesidades.
Madres culpabilizadoras que actúan desde el “yo te suplico”, es decir,
desde el chantaje emocional, para que sus hijos actúen y tomen decisiones en la
vida siempre respondiendo a las necesidades de esta madre. En el futuro, serán
personas con probables problemas de pareja, debido a la intromisión periódica
de estas madres en sus vidas, siendo complicado crear vínculos afectivos
estables.
Madres intrusivas y sobreprotectoras que se niegan a que su hijo o
hija crezca. En vez de acompañar su desarrollo, supervisan lo que hacen y
cuestionan las decisiones que toman. En la vida adulta, estos hijos suelen
presentar un marcado sentimiento de inseguridad.
Madres competitivas respecto a sus hijas, que se instalan en el “yo
mejor que tu”, generando sentimientos de inferioridad en la hija.
Padres o madres que ningunean las emociones de sus hijos,
minimizándolas, sacándoles importancia, o incluso culpabilizando a los hijos de
sentirse de esa manera. Frases como “qué exagerado que eres”, “mira que eres
sensible”, “no tienes derecho a quejarte”, ante situaciones legítimamente
preocupantes para el hijo, inciden en una baja autoestima en los hijos, puesto
que aprenden que lo que ellos o ellas sienten no es importante o inapropiado.
Así mismo, podríamos resumir en un listado general las características
y comportamientos del padre o la madre emocionalmente abusiva:
Hace que el niño o adolescente se sienta responsable de los
sentimientos de la madre o el padre.
Los amenaza con rechazo o abandono, o con consecuencias inespecíficas.
No protege, no pone límites (hablar mal del padre o de la madre,
explicar problemas que el hijo no puede manejar por edad, entrar en detalles de
su vida sexual –del padre o de la madre- con el hijo, etc.).
Invalida los sentimientos de los hijos.
No tolera las emociones negativas de los hijos.
Los hace sentir culpables, sin que lo merezcan.
Los responsabiliza de su malestar.
Domina las conversaciones.
Rehúsa disculparse.
Siempre necesita tener la última palabra.
Juzga o rechaza a los amigos de los hijos.
Invade su privacidad.
Los subestima.
No muestra confianza en ellos.
Los “etiqueta”.
Los critica.
No les habla.
No les da explicaciones reales.
El síndrome “Se trata todo de mí” — egoísmo total.
Negación de la responsabilidad personal por su propia conducta.
Cuando se le confronta con la verdad, se ve a sí misma como la
víctima.
Las madres abusivas siempre hallarán una “razón” y dirán que ocurrió
algo que justifique su manera de actuar — y nunca admitirán que ha sido su
culpa.
¿Cómo afecta en la vida adulta haber “crecido” con un padre o una
madre tóxica?
Los especialistas aseguran que los hijos de padres tóxicos
–emocionalmente abusivos-, en la vida adulta, serán individuos con las
siguientes características:
Baja Autoestima
Inseguridad personal
Actitud Sumisa-Pasiva
Gestión emocional contaminada por la culpa
Inestabilidad emocional
Dificultades en las relaciones interpersonales
Relaciones de pareja dependientes
Más vulnerables ante la psicopatología (ansiedad y depresión)
Es necesario reflexionar acerca del motivo por el cual algunos padres
actúan así, ya que al hablar de los padres tóxicos no sólo se hace referencia
al comportamiento de los progenitores hacia sus hijos, sino también al Guion de
Vida que estos padres han soportado, es decir las vivencias experimentadas en
su propia infancia. Es muy común en la
educación la repetición de patrones en este tipo de maltrato psicológico. Así mismo, y siendo justos, también es
posible observar todo lo contrario, es decir, la intención de no replicar con
los hijos lo vivido por los padres en su infancia.
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